Luisgé Martín

Notas de Luisgé Martín sobre ‘La habitación de Dafne’

Buenas tardes. Es una maravilla volver un poco al mundo poscovid y pre guerra mundial, con las librerías llenas y con gente con ganas de escuchar hablar de libros, de comprarlos y de tocarse un poco.

Lo primero que tengo que hacer es celebrar este matrimonio entre Isabel y Demipage. Celebrar que alguien como Isabel publique en una editorial con tanta marca, tanto prestigio labrado a fuerza de trabajo. Creo que son un buen matrimonio, una buena pareja, y esto es siempre de agradecer. Es de agradecer que sigan existiendo sellos como Demipage que dan voz a literatura con ambición, con ganas de contar algo más de lo normal y con capacidades literarias. Esto que llamamos «libros literarios», valga la redundancia, a veces no es tan normal. 

Conocí a Isabel hace tres años y medio. Coincidimos muy brevemente en el sitio en el que ella trabaja y yo trabajaba, y nunca llegué a saber tanto de Isabel como estos días leyendo La habitación de Dafne. O a lo mejor no. Pero uno siempre intenta encontrar en una novela las claves de una persona. La habitación de Dafne, lo digo desde principio, lo he dicho ya, es una novela muy ambiciosa, es una novela con ganas de meterse en muchos mares y de abrir muchos melones, y es una novela maravillosamente escrita, que siempre es algo que debe decirse de un libro que lo está. Está bien escrito. 

Cita Luisgé 1

La habitación de Dafne es una novela de novelas. Aquí lo que les voy a contar, evidentemente, son unos puntos de vista de lectura en los que yo soy un lector (que sea escritor es un accidente). Es una especie de trampantojo al principio, en el que el lector, yo, cuando me enfrento a La habitación de Dafne en las primeras páginas, me formo una idea absolutamente equivocada de lo que va a ser la novela. Luego me formo otra idea de lo que va a ser la novela, también equivocada. Y al final, a esto de la mitad de la novela, uno llega a la conclusión de que lo mejor que puede hacer con Isabel es relajarse y leer, relajarse y disfrutar, dejarse llevar por su imaginación y por su ambición, dejarse penetrar un poco por las palabras.

Estamos a veces acostumbrados, y no quiero hablar mal de ello porque hay algunos libros de este tipo que son estupendos y que a mí me encantan, a libros en los que uno casi desde el principio sabe cuál va a ser la ruta de navegación, el mapa de navegación. En La habitación de Dafne en absoluto, ya se lo aviso, no se crean nunca que están en el núcleo de la novela porque se van a equivocar. 

Debo decir que esto que estamos haciendo hoy aquí, a mi juicio, Isabel, tendría que haber tenido otro formato, yo creo que La habitación de Dafne exige más que una presentación al uso en la que un presentador habla un poco de la novela y la autora cuenta un poco cuál ha sido su proceso y lo que quería contar y se establece un cierto diálogo. Yo creo que deberías haber organizado un debate, un debate de ideas, porque La habitación de Dafne es una novela llena de ideas, llena de sugerencias, llena de cosas de las que hablar y de las que discutir, que no son literarias, o que no son solo literarias. Por supuesto un libro siempre es literario. Yo creo que la literatura habla siempre de la vida, de lo que somos, de lo que está en nuestra nevera, de lo que está en la páginas de los periódicos de cada día y cómo nos comportamos con los demás.

Novela 1: distopía

Me acordaba leyendo La habitación de Dafne de mi primera novela, de mi primera novela escrita que, afortunadamente para el mundo, nunca se publicó, porque era lamentable. Era una novela que se titulaba, la conservo todavía, Yo viví en una fábula, y era una novela distópica. Esta habitación se podía haber llamado Yo viví en Átona. Átona es la ciudad, el espacio, que ha creado Isabel, que es un espacio distópico, un espacio en el que ocurren cosas que buscan, como siempre en la distopías, un bien mayor, un bien superior, en este caso la verdad. Una sociedad en la que solo existe la verdad objetiva, qué gran cosa, ¿no? en los tiempos que vivimos, cuando discutimos de las fake news, de las subjetividad, de la opinión, de qué periodista o qué medio de comunicación tiene razón, qué está pasando en Ucrania hoy, qué ha pasado en el PP estos días, qué nos pasa cuando tenemos una disputa conyugal, quién tiene razón, qué ocurrió. 

Todo eso que es nuestro día a día es el primer núcleo, la primera novela que ustedes se van a encontrar en La habitación de Dafne. Van a llegar a un sitio verdaderamente terrorífico, a un sitio del que dan ganas de huir, en el que se habla de eso: ¿qué es verdad? ¿Existe la verdad? ¿La subjetividad es buena o es mala? La tecnología, las tecnologías a las que nos enfrentamos tienen peligros, eso ya lo sabemos, pero ¿tienen más peligros incluso de los que nos imaginamos? No les voy a hacer ningún spoiler en esta presentación, por supuesto, pero todo eso se lo van a encontrar aquí. Es una novela, en ese sentido, que tiene esa primera caja, esa primera muñeca rusa (mala imagen con lo de la muñeca rusa, pero bueno) en la línea de esas grandes novelas que todos conocemos: el 1984 de Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley… todas esas novelas distópicas en las que se pretende crear sociedades perfectas o que tiendan a aminorar el dolor de los hombres. 

Novela 2: identidad

Pero luego nos vamos a otro lado, nos vamos a una novela, sin que esa desaparezca nunca, pero nos vamos a una novela, para mí muy grata, que habla de la identidad, de quiénes somos, de cómo nos construimos, de si realmente nosotros mismos sabemos quiénes somos, qué queremos, qué nos ocurre, cómo miramos… ¿Tengo una o varias personalidades? Hay un misterio en la novela que yo no quiero desvelar y que supongo que Isabel tampoco, yo creo que no debería desvelarlo, que es el misterio de Dafne, quién es Dafne y qué tiene que ver Dafne con la voz de la narradora.

Novela 3: amor

Después de la identidad, y sin abandonar nunca ni la novela distópica, ni la reflexión sobre la identidad, hay una novela de amor también, una novela de amor muy especial, a su manera, a manera Garzo, que ya enfila lo que podría ser todo el espacio que la novela ensambla, las muñecas rusas que crecen y las muñecas rusas que empiezan a decrecer y que empiezan a cerrar y a recoger todo lo que han desplegado. Y allí volvemos a los mismos temas, toda la novela está perfectamente cosida en torno a esos temas: ¿el amor nos forma como personas? ¿A quién amamos construye nuestra identidad? ¿Amamos solo a una persona en nuestros días? En la víspera de la muerte, si llegamos a viejos ¿podremos elegir a una persona a la que hemos amado o hemos amado a más en igualdad de condiciones? ¿Qué quiere decir «hay un amor verdadero”? ¿También el amor es algo que construimos e interpretamos en realidad? Esto os encontraréis a lo largo de todos estos meandros que os estoy mencionando y que quizás os despisten, pero espero también que os despierten el interés de sumergiros en ese texto, de dejaros absorber por las palabras de Isabel. 

Hay una serie de personajes, de personajes magníficos que se dibujan y desdibujan al servicio de lo que vamos sabiendo, de lo que les va ocurriendo o de lo que no les va ocurriendo, o de lo que nosotros como lectores vamos sabiendo que les ha ocurrido. En ese sentido, Isabel hace una novela absolutamente impresionista en la que, vuelvo a advertirles, vuelvo a decírselo, hasta que no acaben la novela no se crean nada de lo que están leyendo. 

Novela 4: aprendizaje

Hay, por último, yo creo, una novela de aprendizaje, una novela de formación, esa tipología clásica de novela en la que nosotros acompañamos a un personaje en lo que es su educación sentimental, su educación intelectual, su descubrimiento del mundo. Cora, la protagonista, la voz de la novela —la novela está escrita en primera persona—, arranca la novela con catorce años, trece años creo recordar, y no sabemos cuándo acaba, pero muchísimo tiempo después, ya con ella madura. Vamos acompañando todos esos pasos de lo que es el descubrimiento y también he de decir la pérdida. 

Cuando yo conocí a Isabel, en las narraciones, charlas que teníamos y en los perfiles que uno normalmente se hace en la sociedad, en este caso en el espacio laboral, podríamos decir que ella era la optimista y yo el pesimista. Leyendo esta novela he descubierto que es exactamente lo contrario, que Isabel, la autora de este libro, no sé si Isabel, pero la autora de este libro es una persona pesimista, una persona con su mirada oscura sobre el mundo en el que vivimos —por otro lado no me extraña—, pero que además tiene un único rayo de luz que tampoco les voy a desvelar, pero que ustedes descubrirán. Un rayo de luz que es bastante claustrofóbico a mi forma de ver.

Y yo debo decir, para cerrar el hecho de que esta presentación podría haber sido perfectamente un debate de ideas, debo decir que novela es extraordinaria, que es una novela maravillosa con la que ustedes van a disfrutar, y con la que van a gozar, con la que se van a sorprender, pero que a mí me han dado muchas ganas, al hablar de ella, de discutir con Isabel, porque muchas de las cosas que se desprenden de esta novela, en la misma línea que decía ahora. Me encantaría que pudiéramos haber discutido hoy si esa visión que tiene Isabel del mundo tiene un punto de romanticismo, romanticismo en el sentido histórico, no en el sentido sentimental, de visión romántica del ser humano. Que a mí me encantaría, pero no es el momento, discutirle; porque yo soy pro extinción de especie y en ese sentido creo que, probablemente, lo mejor que le podía pasar al ser humano es vivir en Átona. Es una provocación para que arranquemos, bueno para que tu nos cuentes lo que nos quieres contar. 

Novela 5: lenguaje

Y yo te lanzo ya una pregunta: hay en la novela también muchas reflexiones sobre el lenguaje, sobre que el pensamiento está regido a través del lenguaje, por tanto, cualquier forma de objetivación pasa por el lenguaje. Y la ciudad, el espacio que ella ha creado se llama Átona y a mí me gustaría saber cómo llegaste a ese nombre, «Átona». No obstante, doy la palabra a Isabel, les pido a todos que compren el libro, por supuesto, que compren dos para regalar uno y que lo lean.

Y enhorabuena.

Luisgé Martín. 24 de febrero de 2022

Bonus track. Novela 6: intimidad

Luego hay otra cosa… En ese mundo de Átona en el que cada uno tiene que registrar todo lo que ocurre para crear una verdad con varias visiones coincidentes, una verdad objetiva al alcance de todos en una cosa que se llama «El Sistema», uno de los temas por los que Isabel anda varias veces, a veces d eforma directa y otras de forma menos directa, es el adulterio. Si usted en Átona es adúltero se arriesga a que lo sepa todo el mundo. Eso a ustedes cuando lo lean les va a hacer pensar mucho. No a ustedes, claro, pero a la gente de fuera le hace pensar mucho sobre una palabra que no hemos mencionado pero que está muy presente en la novela: el concepto de intimidad, la intimidad que todos tenemos en nuestras vidas. En el experimento que Isabel hace, la lectura es muy inspiradora para que cada uno piense en lo que es su vida, y en las implicaciones que tendría ahí hacer cosas (que nosotros no hacemos pero los de fuera sí) que no queremos que se sepan.

Puedes ver el vídeo del discurso de Luisgé Martín y el resto de la presentación aquí:

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