Dedicatorias

Las dedicatorias de mis libros

¿Cómo se decide a quién dedicar un libro? ¿Qué extensión deben tener las dedicatorias? ¿Llevan punto al final? No hay reglas estrictas en las que apoyarse para tomar todas esas decisiones.

En mi caso, a diferencia del título del libro, que es algo que me cuesta elegir y a lo que doy muchas vueltas hasta que doy con la versión final, en el caso de las dedicatorias siempre hasta ahora las he tenido claras.

Existen infinitos tipos de dedicatorias. Estos son algunos de los que he utilizado yo (hay muchos más):

Dedicatoria en memoria de personas que ya no están

En ella me acuerdo de esas personas que fueron importantes para mí y ya no están.

Dedicatoria para alguien importante para el libro
Personas que han sido importantes para la elaboración del libro o que simplemente son importantes en mi vida.
Dedicatoria relacionada con el contenido del libro

A un determinado grupo de lectores, a personas a las que el contenido del libro les atañe o que han servido de inspiración para él.

Dedicatoria sencilla

Un nombre, sin más. Ya esa persona sabe.

A continuación, os listo las dedicatorias de mis cuatro libros. Dos de ellas con punto final, dos sin él.

A Luz y Aurora (que no podían haber albergado en sus nombres una coincidencia más bella) por lo que me enseñaron de las palabras

A mis padres,
Fernando y Eloísa,
la mejor compañía.

Y a ti
si, sin buscarte,
te encuentras de pronto entre estas palabras.

A los que solo estaban de paso,
pero cuya visita fue tan necesaria.

También puede haber dedicatorias extensas y poéticas como la conocidísima de Antoine de Saint-Exupéry en El principito:

A León Werth

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona grande es capaz de comprenderlo todo; hasta los libros para niños.

Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A León Werth
cuando era niño.

Recordemos que, además de la dedicatoria (que se sitúa al principio del libro), se puede colocar al final una página de agradecimientos. En ella están todas las personas que te han acompañado durante el proceso: tu familia, tus amigos, tus editores y agentes literarios… Ese es el sitio de los compromisos si tienes alguno. 

La dedicatoria, sin embargo, debe ser un espacio puro y muy personal cuyo contenido completes desde el corazón.

¿A quién dedicarías un libro?

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